Este año se cumple el 60 aniversario de la participación de la Diputación de Zaragoza en esta celebración
Daroca celebra mañana jueves el Corpus, una fiesta declarada en 2006 de interés turístico de Aragón y cuyo acto central es la procesión del Corpus Christi que recorre el centro histórico de la localidad, marcada por las alfombras de flores que decoran el municipio y los pétalos de rosas que tiran los niños y niñas vestidos de comunión. Este año se cumple el 60 aniversario de la participación de la Diputación de Zaragoza en los actos principales de esta festividad. Una representación encabezada por el presidente de la Diputación de Zaragoza, Juan Antonio Sánchez Quero, estará mañana también presente en los Corporales.
La procesión sale de la basílica de Santa María y llega hasta las afueras, hasta la llamada torreta que se sitúa ya en el exterior de la muralla. Cada año, al llegar a ese punto se celebra un sermón que conmemora el milagro de los corporales.
El hecho que se conmemora sucedió en 1239 en el marco de la Reconquista. En la iglesia de San Cristóbal de Daroca se celebraba una misa debido a que las tropas musulmanas habían sitiado a los cristianos. En la ceremonia, las seis hostias que guardaba el sacerdote aparecieron empapadas de sangre. Esto se consideró un prodigio y el cura encabezó las tropas cristianas, que se lanzaron a la lucha saliendo victoriosas.
Este milagro convirtió a Daroca en un importante lugar de culto y peregrinación, uno de los centros religiosos más conocidos de la Edad Media. Siglos después y en torno al Día del Corpus la ciudad mantiene sus fiestas principales.
En la conquista de Valencia
El milagro tuvo lugar en las cercanías de Valencia, concretamente en el pueyo de Chiva, perteneciente a la población de Luchente, donde el noble Berenguer de Entenza lideraba compañías llegadas de Daroca, Calatayud y Teruel para hostigar a los musulmanes al sur del Júcar tras la conquista de Valencia por Jaime I en 1236.
Las tropas cristianas sitiaron a los musulmanes en el castillo de Chío y ante el asedio Berenguer de Entenza ordenó a mosén Mateo, clérigo de la iglesia de San Cristóbal de Daroca, que celebrara una misa. Durante la misma los cristianos recibieron un ataque sorpresa por parte de los asediados que llevó a las tropas cristianas a repeler la ofensiva mientras mosén Mateo guardaba las formas consagradas para evitar que cayeran en mano sarracenas. Tras la victoria cristina se decidió continuar con la misa para dar gracias a Dios por la victoria, al recuperar las formas y levantar el sacerdote el paño donde se guardaban seis hostias, todos ven que éstas están empapadas en sangre.
El hecho se considera como un milagro y ante el prodigio, los cristianos se lanzan a la lucha encabezados por el cura, que sobre un asno blanco muestra durante la batalla las hostias ensangrentadas. Los musulmanes son completamente derrotados.
Tras la victoria surgen las disputas por quién ha de ser el que lleve a su ciudad el paño con las hostias ensangrentadas. Se decide colocar los Corporales sobre una mula y dejarla a la buena de Dios. La mula fue a caer muerta en la puerta de la iglesia de San Marcos, hoy convento de religiosas de Santa Ana, junto a la puerta Baja de Daroca. Allí estuvo depositado durante muchos años el paño de los Corporales hasta que se trasladó a la iglesia de Santa María.
Este relato se recoge así en la llamada «Carta de Chiva», documento de 1340 enviado por el concejo de esta localidad de Valencia y que se guarda en el Archivo Colegial de Daroca. Desde entonces los Corporales se convirtieron en el símbolo por antonomasia de Daroca y en su elemento más universal.
El día más importante de las fiestas es el jueves del Corpus y el acto central es la procesión que desde la Basílica de Santa María se dirige hasta las afueras de la ciudad, donde cada año se celebra un sermón desde al menos 1414.