La capital aragonesa se convertirá en la más sostenible del país en materia de alumbrado público una vez implante los proyectos Reluzes y ReluzYDos, que supondrán una inversión global de 19,8 millones de euros y la mejora de 18.650 puntos de luz
El Ayuntamiento de Zaragoza ha comenzado a medir los niveles de contaminación lumínica de la ciudad para poder analizar la situación previa a la implantación del proyecto Reluzes que, a partir de este mes de noviembre, con 9,9 millones de euros, supondrá la renovación de 9.619 puntos de luz del alumbrado público con tecnología LED y de 81 cuadros de mando incorporando sistemas innovadores de regulación y telegestión. A esta gran transformación, que supone una apuesta por la protección medioambiental y la eficiencia energética, le seguirá la segunda fase, el proyecto ReluzYDos, que sustituirá otros 9.031 puntos de luz a tecnología LED y renovará otros 72 cuadros de mando. «Nos convertiremos en la ciudad española más sostenible en materia de alumbrado público y un referente europeo», ha destacado el consejero de Urbanismo, Infraestructuras, Energía y Vivienda, Víctor Serrano.
Las mediciones de contaminación lumínica, que se realizan de noche, comenzaron este verano con la instalación de fotómetros fijos en la plaza del Pilar, en el Parque de Bomberos 1, en la Biblioteca Pública de Aragón, y en el Centro Cívico de Torrero, que «son puntos estratégicos donde vamos a comprobar el antes y después del cambio del alumbrado», ha explicado Susana Malón, CEO de Lumínica Ambiental y coordinadora del grupo de trabajo de contaminación lumínica del Comité Español de Iluminación, quien está desarrollando esta auditoría del cielo zaragozano junto al personal municipal del Servicio de Alumbrado Público del Ayuntamiento de Zaragoza.
Desde septiembre, los técnicos también están realizado mediciones de todo el extrarradio de la ciudad y, a partir de esta semana, se ha comenzado a efectuar el análisis en distintos espacios dentro de la ciudad consolidada. «Lo que se mide es directamente el zénit, que es la parte que tenemos encima de nuestras cabezas. Ese brillo del fondo del cielo, que realmente es la contaminación lumínica, es luz artificial y se considera un agente contaminante», ha detallado Malón.
«El proyecto Reluzes, y su segunda fase ReluzYDos, aparte de suponer una apuesta decidida por la eficiencia y la reducción del consumo energético, con el ahorro económico asociado, conllevará también mejoras en la seguridad en nuestras calles», ha expresado Víctor Serrano, quien ha recordado que «la iluminación se concentrará donde es necesario que es en la calle, y no contra las fachadas de los vecinos, en lo que se llama luz intrusa, ni en el resplandor sobre nuestro cielo».

Para medir el brillo del fondo del cielo (la contaminación lumínica), los equipos técnicos están registrando el cielo zaragozano. Para ello se emplean «cámaras all sky, son ojos de pez que captan imagen de 360 grados de todo lo que es el cielo, no solamente en el zénit, sino también en el horizonte», ha desgranado Susana Malón, quien recuerda que «eso nos va a permitir ver la comparación entre el antes y el después del cambio de las luminarias, y observar las consecuencias de pasar de las farolas más contaminantes, que ahora están instaladas, a las más eficientes, que serán las que a partir de noviembre irá instalando el Ayuntamiento de Zaragoza». La imagen captada es como una cúpula que luego se puede también analizar de forma apaisada. Las cámaras están calibradas con observatorios profesionales y un software analiza después cada píxel asignándole un valor de contaminación.
Los trabajos de captación de imágenes en la ciudad consolidada se están realizando desde zonas verdes y parques, dado que se necesita ir apagando algunas luminarias del entorno para que su luz no interfiera en la toma de fotografías. «Es más fácil y práctico apagar durante unos minutos las luminarias de un andador de un parque que no hacerlo en las calles, lo que supondría afecciones al tráfico y a los ciudadanos», especifican los técnicos municipales.
ILUMINAR DE FORMA RESPONSABLE
En España, la contaminación lumínica es analizada especialmente por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a través del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). En su definición más aceptada, la contaminación lumínica se describe como «la emisión de flujo luminoso procedente de fuentes artificiales nocturnas con intensidades, direcciones, rangos espectrales (colores) u horarios innecesarios para las actividades que se planea desarrollar en la zona iluminada». Por ello, es importante que un alumbrado público tenga un flujo luminoso adecuado (no sea excesivamente intenso), no invada las fincas colindantes (lo que se llama intrusión lumínica y que molesta a los vecinos), no emita luz en colores inadecuados ni esté activa más tiempo del necesario.
Según datos del CSIC, la contaminación lumínica ha crecido en España al menos un 49% en los últimos 25 años. Y los últimos estudios internacionales señalan que el brillo artificial crece más de un 9% cada año. Todo ello en Europa, donde el 99% de su población vive bajo cielos contaminados, siendo España el tercer país del continente en contaminación lumínica.
«La contaminación lumínica supone un impacto negativo en la salud humana, alterando ritmos biológicos; daña los ecosistemas, alterando sus ciclos biológicos y aumentando la mortalidad de algunas especias como aves e insectos; y amenaza las observaciones astronómicas», ha recordado el consejero municipal Víctor Serrano. Estas son algunas de las razones «que han llevado a este Gobierno a apostar de forma decidida por el gran cambio de luminarias que vamos a acometer, posicionando a nuestra ciudad como referente nacional, y que podrá abrirnos el camino a convertirnos en una ciudad certificada como Starligth». Esta certificación que ambiciona el Consistorio zaragozano supone la acreditación por la Fundación Starlight, avalada por organizaciones como la UNESCO, que reconoce a aquellos lugares con una excelente calidad de cielo nocturno y que demuestran un compromiso social, estratégico y político con su conservación.
«Es posible ganar calidad de iluminación», ha apuntado Serrano, quien recuerda que «no se trata de apagar o bajar la intensidad de las luminarias, sino de hacerlo de forma consciente y responsable, centrándonos en un diseño lumínico que tenga en cuenta aspectos como la orientación, las intensidades y temperaturas de color, mejorando la uniformidad y ganando en seguridad». Tenemos que concebir que «un cielo nocturno limpio es un derecho ciudadano», ha resumido Víctor Serrano.
