La pieza, que estaba a punto de ser subastada, pertenece a la iglesia de Sant Martí Sarroca, en Barcelona
Dos jóvenes investigadores del Instituto de Patrimonio y Humanidades (IPH)de la Universidad de Zaragoza han identificado en un anticuario barcelonés una cruz de plata del siglo XVI que había sido robada en 1981 de la iglesia de Sant Martí Sarroca (Barcelona) e iba a ser subastada, 42 años más tarde, por un precio de salida de 10.000 euros, esperando alcanzar los 30.000.
Todo empezó en 2018, cuando Marc Millán y Juan Carlos Calvo, ahora investigadores predoctorales del IPH, eran estudiantes del grado en Historia del Arte en la Universidad de Barcelona. Su primer contacto con la pieza de plata llegó mientras realizaban sus prácticas, gracias a unas fotografías antiguas del Archivo Mas de Barcelona, institución en la que se conservan imágenes de cruces que entonces estaban sin identificar. Las catalogaron y descubrieron que se habían tomado todas en el mismo momento: la Exposición de Cruces de 1913 celebrada en el desaparecido Palacio de Bellas Artes de Barcelona. “Allí se reunieron más de 200 cruces procedentes de toda Cataluña, lo que despertó el interés de importantes personalidades nacionales e internacionales del ámbito de la Historia del Arte”, explican.
De aquella labor de catalogación surgió un trabajo académico, primero, y un artículo de investigación, después, que se publicará próximamente en los Quaderns del Museu Episcopal de Vic. Los dos historiadores del arte recalcan hoy que muchas de las obras de arte que participaron en la exposición de 1913 han desaparecido a lo largo del último siglo, ya sea durante la Guerra Civil o fruto de robos con destino al mercado negro. Entre ellas, la cruz de Sant Martí Sarroca que, junto a otros objetos litúrgicos, fue víctima de un robo sacrílego en 1981.
Los investigadores se reencontraron con la pieza unos años más tarde y de forma casual cuando, en octubre de 2023, una casa de antigüedades publicó una fotografía de esta en Instagram. Compararon la imagen actual con las antiguas que conservaban de la primera investigación y, efectivamente, vieron que se trataba de la cruz robada en 1981: “ya conocíamos el robo con anterioridad, por lo que enseguida saltaron nuestras alarmas”.
El paso siguiente fue contactar con el párroco de la iglesia, con el ayuntamiento y con el obispado de Sant Feliu de Llobregat, propietario de la pieza, que dio rápidamente aviso a los Mossos d’Esquadra, antes de que la casa de antigüedades incluyera la cruz de plata en una subasta prevista solo cuatro días después. Marc y Juan Carlos aportaron las fotografías antiguas y las notas de prensa del robo, además de su conocimiento de la participación de la cruz en la mencionada exposición, lo cual ayudó a identificarla sin ningún género de dudas. “A todo ello sumamos la sorpresa mayúscula de los dueños legítimos de la obra, que no se esperaban que apareciese más de 40 años después”, destacan.
Una cruz de plata a caballo entre el Gótico y el Renacimiento
La cruz recuperada es una manufactura catalana a caballo entre el Gótico y el Renacimiento que –afirman los investigadores– en el pasado sería una de las protagonistas del tesoro parroquial de la iglesia de Sant Martí Sarroca (Barcelona). Se trata de piezas que solían encabezar las procesiones religiosas y las comitivas cívicas.
Originalmente, la cruz presentaba el programa iconográfico redentor propio de esta tipología: la Virgen y san Juan a ambos lados de Cristo, Lázaro en la parte inferior y un pelícano, símbolo del sacrificio, en la superior. En la parte posterior, los cuatro evangelistas rodeando a la Virgen. Aunque, puntualizan los historiadores, “la iconografía original parece alterada puesto que los diferentes personajes representados están dispuestos de manera desordenada, lo que demuestra su historia convulsa”.
En cuanto al estilo, posee un perfil todavía gótico con sus brazos terminados en flores de lis y una macolla de inspiración arquitectónica. Sin embargo, la decoración en relieve tiene motivos vegetales, fantásticos y geométricos propios del Renacimiento, que sitúan la cruz en el siglo XVI.
La satisfacción de estos dos investigadores va más allá de la recuperación de la pieza: “noticias como esta, por su carácter policiaco, tienen cierta repercusión, permiten visibilizar la labor de los historiadores del arte y ayudan a concienciar sobre la conservación del patrimonio”.